martes, 23 de agosto de 2011

Sola, soledad

   Ese día, como todos los martes se levantó a las 7:30 de la mañana, sintió el frio acariciando sus labios.
  -Hace más frío de lo normal.- pensó;  mientras se vestía para encarar el martes como todos los martes de ese año; como siempre  puso agua para hervir.
   Se lavó la cara  –agua fría, la  necesito despertar-  pensaba mientras escuchaba el silbido de la caldera que impaciente le llamaba para que preparar su tradicional café matinal, apagó la cocina, encendió el radio.
 -A salido el sol …-con dulce voz se dejaba escuchar el aparato.
 –Que coincidencia – el sol se había posado en su rostro, mientras se vestía
- Y esperar, esperar  de pie…- la radio insistía.
   Preparado el café,  encendió un cigarrillo; el humo dibujaba la imagen  de sátiros y hadas  que danzaban al son de la flauta de la introducción de la misma canción “naturaleza muerta” por tercera vez;  era de manías algo obsesivas.
-Como el libro que leías anoche, lleno de seres que no existen allí pero están vivos aquí. – le recordó una voz dulce, que desde algún lado le hablaba, no sabía de dónde provenía aquella voz
-Estoy escuchando visiones jajajaja-se decía a sí mismo, se reía de sí mismo,  el sabor  del café y  el cigarrillo, licuaban en un nuevo sabor  dentro de su boca, mientras el humo bailaba dibujando con su cuerpo familiares formas.
-El sabor de lo cotidiano- decía esa vocecilla en su cabeza, ese ritual era su meditación diaria bebía, fumaba era todo y a la vez nada. Cada sorbo lo acercaba a las voces que le dictaban la poesía cada mañana; en especial esta mañana que la soledad había adquirido una voz femenina, reconoció su presencia en el humo.
   La soledad se había transformado en costumbre y esta costumbre ahora le mostraba algo nuevo, algo que le enseñaba esta inoportuna  compañera.
    Abrió los ojos, miró alrededor solo vio su silueta dibujada entre el humo parada frente a él;  hablándole, mostrándole la diferencia en la monotonía de cada mañana de cada día solo tenía que abrir mejor el corazón.
    Martes en la mañana, el fío quiebra los huesos un cigarrillo descansa en el viejo cenicero, una taza vacía con olor a café, la radio ya callada, en la mesa una silueta de humo .
-La soledad se ha quedado sola – piensa ella mientras suena la puerta de la casa cerrándose.- Y soy el novio de la soledad, labios fríos beso cada mañana cada amanecer fueron sus últimas palabras..